¿Se acabaron las molestas y poco estéticas piezas para corrección de ciertas anomalías o deformaciones en los dientes? ¿Estamos ante algo cercano a la ciencia ficción? Tal parece que no, gracias a desarrollos científicos de última generación como Invisalign, una técnica sin alambres, brackets y otras piezas móviles, como es el caso de los elásticos.
Invisalign goza de mucha valoración ya que supone también una solución estética para la ortodoncia, al ser transparente y apenas perceptible a terceras personas, al entorno del paciente.
Otra ventaja de Invisalign es que es removible. Bien sea por cuestiones de imagen o practicidad, se puede prescindir en algunas situaciones puntuales como reuniones sociales, cepillado de los dientes, comidas o reuniones de trabajo.
¿Y cómo se logra esta maravilla? El odontólogo usa un software llamado Clincheck en 3D, para poder planificar por completo todo el tratamiento. Primero se escanea la boca del paciente con un escáner iTero, que permite obtener una imagen tridimensional y en tiempo real de toda la dentadura. A partir de esta imagen, se detectan todos los problemas de dientes con mala posición del paciente y se decide cómo se desarrollará el proceso. Es decir, que desde el primer momento tanto el odontólogo como el paciente sabrán cuánto tiempo va a durar el tratamiento y cuál será el resultado final.
Los alineadores transparentes de Invisalign se cambian cada 7 días normalmente, hasta conseguir los objetivos que ha planificado el especialista con el software. Se deben llevar 22 horas al día para lograr el movimiento deseado y para que este quede consolidado, es decir, para que los dientes no tiendan a volver a su posición original.